Como podemos ver nuestra reconocida poetisa Gabriela Mistral al comienzo del poema expresa algunos de los muchos recuerdos que aún conserva de su niñez, al hablar Gabriela como un "yo" podemos identificarla a sí misma como el hablante lirico. La poetisa también relata como todavía recuerda algunos países en los que estuvo de los cuales en muchos de ellos idolatra su naturaleza.
Podemos darnos cuenta como está presente en la primera estrofa la comparación entre los países que recuerda y su infancia, como también está presente la anáfora en los primeros dos versos de esta misma, ya que se puede ver como repite una palabra: "Hay países que yo recuerdo como recuerdo mis infancias". En la última estrofa presente en el poema podemos ver identificada la hiperbole también conocida como exageración al decir "¡Rompa mi vaso y al beberla me vuelva niñas las entrañas!". También vemos presente la metafora en la tercera estrofa cuendo dicta "llévenme a un blando país de aguas". Asimismo ella nos relata sobre sus deseos de volver a vivir su infancia y envejecer junto a ella, junto a sus recuerdos de niña. Gabriela en la segunda estrofa habla de sus sentimientos hacia el país o lugar en donde se encuentra, los cuales reflejan la tristeza, soledad, descuido y más de su tierra. Lo que la lleva a pensar y recordar memorias de niña tales como su hogar.
Agua, poema Gabriela Mistral:
Hay países que yo recuerdo
como recuerdo mis infancias.
Son países de mar o río,
de pastales, de vegas y aguas.
Aldea mía sobre el Ródano,
rendida en río y en cigarras;
Antilla en palmas verdi-negras
que a medio mar está y me llama;
¡roca lígure de Portofino,
mar italiana, mar italiana!
Me han traído a país sin río,
tierras-Agar, tierras sin agua;
Saras blancas y Saras rojas,
donde pecaron otras razas,
de pecado rojo de atridas
que cuentan gredas tajeadas;
que no nacieron como un niño
con unas carnazones grasas,
cuando las oigo, sin un silbo,
cuando las cruzo, sin mirada.
Quiero volver a tierras niñas;
llévenme a un blando país de aguas.
En grandes pastos envejezca
y haga al río fábula y fábula.
Tenga una fuente por mi madre
y en la siesta salga a buscarla,
y en jarras baje de una peña
un agua dulce, aguda y áspera.
Me venza y pare los alientos
el agua acérrima y helada.
¡Rompa mi vaso y al beberla
me vuelva niñas las entrañas!
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