Ir al contenido principal

Recuerdos de la Vida "La memoria en las manos" - Pedro Salinas



Pedro Salinas gran poeta español en su poema "La memoria en las manos" habla de los recuerdos en conjunto con la memoria. Como su alma esta dolida de tanto recordar, pero aun así mantiene los recuerdos de lo que si logro mantener en sus memorias, tal como especifica en la primera estrofa "pero en las manos queda el recuerdo de lo que han tenido". En la segunda estrofa se puede ver presente la anáfora ya que repite una vez la palabra: "que un amor debe estarse quizá quieto, muy quieto". En la segunda estrofa podemos ver como usa la comparación para comparar la piedra con diferentes objetos tales como la mariposa, el lirio entre otros. Al mismo tiempo en dicha estrofa podemos ver la personificación ya que esta dándole características a una piedra algo humanas: "En una piedra está la paciencia del mundo, madurada despacio". Finalmente podemos identificar la metáfora en la tercera estrofa "Al palpar la forma inexorable que detrás de la carne nos resiste las palmas ya se quedan ciegas."
Pablo independientemente de hablar acerca de los recuerdos y memorias se puede ver que habla de amor, la muerte, la vida etc.. En la segunda estrofa relata de como la piedra con la que tiene contacto hace recordarle su amor, la belleza, la muerte entre otros recuerdos. Este al ser llamado "La memoria en las manos" deja como conclusión que relata como al tocar la piedra vuelven todas las memorias y recuerdos acerca de diferentes cosas u situaciones. Al terminar el poema continua relatando acerca del amor y como sobrellevar distintas situaciones como por las que está pasando el personaje.


La memoria en las manos- Pedro Salinas

Hoy son las manos la memoria.
El alma no se acuerda, está dolida
de tanto recordar. Pero en las manos
queda el recuerdo de lo que han tenido.

Recuerdo de una piedra
que hubo junto a un arroyo
y que cogimos distraídamente
sin darnos cuenta de nuestra ventura.
Pero su peso áspero,
sentir nos hace que por fin cogimos
el fruto más hermoso de los tiempos.
A tiempo sabe
el peso de una piedra entre las manos.
En una piedra está
la paciencia del mundo, madurada despacio.
Incalculable suma
de días y de noches, sol y agua
la que costó esta forma torpe y dura
que acariciar no sabe y acompaña
tan sólo con su peso, oscuramente.
Se estuvo siempre quieta,
sin buscar, encerrada,
en una voluntad densa y constante
de no volar como la mariposa,
de no ser bella, como el lirio,
para salvar de envidias su pureza.
¡Cuántos esbeltos lirios, cuántas gráciles
libélulas se han muerto, allí, a su lado
por correr tanto hacia la primavera!
Ella supo esperar sin pedir nada
más que la eternidad de su ser puro.
Por renunciar al pétalo, y al vuelo,
está viva y me enseña
que un amor debe estarse quizá quieto, muy quieto,
soltar las falsas alas de la prisa,
y derrotar así su propia muerte.

También recuerdan ellas, mis manos,
haber tenido una cabeza amada entre sus palmas.
Nada más misterioso en este mundo.
Los dedos reconocen los cabellos
lentamente, uno a uno, como hojas
de calendario: son recuerdos
de otros tantos, también innumerables
días felices
dóciles al amor que los revive.
Pero al palpar la forma inexorable
que detrás de la carne nos resiste
las palmas ya se quedan ciegas.
No son caricias, no, lo que repiten
pasando y repasando sobre el hueso:
son preguntas sin fin, son infinitas
angustias hechas tactos ardorosos.
Y nada les contesta: una sospecha
de que todo se escapa y se nos huye
cuando entre nuestras manos lo oprimimos
nos sube del calor de aquella frente.
La cabeza se entrega. ¿Es la entrega absoluta?
El peso en nuestras manos lo insinúa,
los dedos se lo creen,
y quieren convencerse: palpan, palpan.
Pero una voz oscura tras la frente,
—¿nuestra frente o la suya?—
nos dice que el misterio más lejano,
porque está allí tan cerca, no se toca
con la carne mortal con que buscamos
allí, en la punta de los dedos,
la presencia invisible.
Teniendo una cabeza así cogida
nada se sabe, nada,
sino que está el futuro decidiendo
o nuestra vida o nuestra muerte
tras esas pobres manos engañadas
por la hermosura de lo que sostienen.
Entre unas manos ciegas
que no pueden saber. Cuya fe única
está en ser buenas, en hacer caricias
sin casarse, por ver si así se ganan
cuando ya la cabeza amada vuelva
a vivir otra vez sobre sus hombros,
y parezca que nada les queda entre las palmas,
el triunfo de no estar nunca vacías.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Recuerdos de la vida "Recuerdos" Mario Benedetti

Recuerdos- Mario Benedetti Los recuerdos nos llaman/siempre insisten no soportan que los abandonemos y tienen toda la razón del mundo porque son los ladrillos del pasado la memoria es tan fiel que los archiva por orden alfabético y por zona para que así podamos encontrarlos cuando nos hagan falta en pleno insomnio los recuerdos son pedazos de vida/ si los asimilamos con cautela y los llevamos hasta nuestro roble aquel que nos dio sombra en un verano podremos repasar expectativas posibles o imposibles/ quién lo sabe los recuerdos nos llevan al origen se convierten de pronto en semilla de las oscuridades y las luces que vinieron después y despacito con la memoria vamos y volvemos por todos los caminos del terruño ah pero los recuerdos nos esperan en la aglomeración de las llegadas y desde luego los recuperamos porque son hijos de nuestro pellejo de nuestras glorias y nuestras caídas bienvenidos recuerdos no lo olviden tienen hogar en nuestros corazones ...

Recuerdos de La Vida "Recuerdos de Juventud" Nicanor Parra

Recuerdos de juventud Lo cierto es que yo iba de un lado a otro, A veces chocaba con los árboles, Chocaba con los mendigos, Me abría paso a través de un bosque de sillas y mesas, Con el alma en un hilo veía caer las grandes hojas. Pero todo era inútil, Cada vez me hundía más y más en una especie de jalea; La gente se reía de mis arrebatos, Los individuos se agitaban en sus butacas como algas movidas por las olas Y las mujeres me dirigían miradas de odio Haciéndome subir, haciéndome bajar, Haciéndome llorar y reír en contra de mi voluntad. De todo esto resultó un sentimiento de asco, Resultó una tempestad de frases incoherentes, Amenazas, insultos, juramentos que no venían al caso, Resultaron unos movimientos agotadores de caderas, Aquellos bailes fúnebres Que me dejaban sin respiración Y que me impedían levantar cabeza durante días, Durante noches. Yo iba de un lado a otro, es verdad, Mi alma flotaba en las calles Pidiendo socorro, pidiendo un poco de ternura...

Recueros de la vida "Elegia del recuerdo imposible" de Jorge Luis Borges

   ELEGÍA DEL RECUERDO IMPOSIBLE Qué no daría yo por la memoria de una calle de tierra con tapias bajas y de un alto jinete llenando el alba (largo y raído el poncho) en uno de los días de la llanura, en un día sin fecha. Qué no daría yo por la memoria de mi madre mirando la mañana en la estancia de Santa Irene, sin saber que su nombre iba a ser Borges. Qué no daría yo por la memoria de haber combatido en Cepeda y de haber visto a Estanislao del Campo saludando la primer bala con la alegría del coraje. Qué no daría yo por la memoria de un portón de quinta secreta que mi padre empujaba cada noche antes de perderse en el sueño y que empujó por última vez el 14 de febrero del 38. Qué no daría yo por la memoria de las barcas de Hengist, zarpando de la arena de Dinamarca para debelar una isla que aún no era Inglaterra. Qué no daría yo por la memoria (la tuve y la he perdido) de una tela de oro de Turner, vasta como la música. Qué no daría yo por la memoria de haber oído a Sócra...